Picasso y el fútbol, ¿de qué se trataba su arte?

22.06.2022
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Dicen que Picasso vivió sus últimos años en la Costa Azul, obsesionado con que su físico le permitiera pintar en la vejez. La prensa acosaba su mansión a la espera de la fatídica noticia de su muerte. Un periodista alemán que soñaba con dar una exclusiva mundial llamó a bocajarro a la casa de Mougins. “¿Ha muerto ya Picasso?”.

El propio pintor escuchó la pregunta y respondió: “Está usted hablando con el cadáver”. La residencia de Notre Dame de Vie que Picasso compró a los herederos de la cerveza Guiness fue su última casa desde 1961. Vivió sus últimos 12 años viendo el mar y buscando inspiración. Y, de repente, el fútbol, que nunca había tenido presencia en su cerebro -por mucho que algunos le atribuyan una pasión, no hay documento que lo certifique- apareció en bocetos, dibujos, esculturas y cerámicas.

Si bien cómo representar el movimiento y las actividades físicas del hombre sí es un tema común en las obras de Picasso, el fútbol apareció por primera vez en 1961. Un dibujo de una especie de partido en el que un equipo se enfrenta a otro con una pelota amarilla de por medio es el inicio de ‘Futbolleur’, la escultura con la que el artista malagueño expresó el movimiento de un futbolista zurdo al golpear el balón. 

Un médico, el doctor Ramón Balius, especuló en los años 80 con que el interés de Picasso por el fútbol se debió al impacto en la Costa Azul de los triunfos del AS Mónaco a principios de los 60. Aquel equipo ganó la Copa de Francia y la Liga dos años consecutivos, de la mano del entrenador Lucien Leduc.

“Es una especulación, pero puede ser posible porque nunca se sabe de dónde le venía la inspiración. Tiene una serie de personajes fumando porque dejó de fumar y otra de gente comiendo helados. Pudiera ser que aquel equipo le influyera”.

Explica Salvador Haro, experto de la Universidad de Málaga en la cerámica de Picasso.

La obra cumbre del Picasso futbolístico -sí existe tal consideración- es una cerámica blanca de 28 centímetros de alto. A los dibujos de 1961 se sucedieron unas esculturas de medio metro de chapa recortada y, en 1965, la mencionada cerámica.

El Museo del Fútbol de Manchester expuso durante un año una de las 50 copias existentes de la cerámica. Su valor, según las casas de subastas, ronda los 40.000 euros. Picasso llegó en 1946 a la localidad de Vallauris, donde conoció la fábrica de cerámica Madoura. El flechazo que sintió por la arcilla fue tal, que durante 20 años produjo miles de cerámicas y de paso se casó con una de las mujeres que trabajaba en Madoura. “Llegó al pueblo y pasó todo el invierno haciendo dibujos de cómo pintar las cerámicas. Normalmente, le pedía a un tornero profesional que hiciera la pieza y él la pintaba. En el caso del futbolista, hizo el molde del que se extrajeron después las copias”, explica Halo. Futbolleur fue creada en su última vivienda, en Mougins, donde se mudó en 1961 desde Cannes después de que un edificio nuevo tapara su vista del mar, en la famosa casa Le Californie. En la mansión, que tiempo atrás había pintado Winston Churchill, vivió su furtivo interés por el balompié. La casa Notre Dame de Vie fue un regalo para su última mujer, Jacqueline Roque, su sexta musa y esposa en el final de su vida. Roque, 44 años más joven, sufrió los últimos años del genio. Para algunos biógrafos es la mala de la película, la que lo aisló de su familia y ansiaba su fortuna. Para otros, la única que realmente aguantó el carácter tiránico y misógino del pintor, cuya frase favorita era “Yo, Picasso”. La historia dice que Jacqueline no soportó su ausencia y se suicidó en 1986.

Escrito por

Periodista y Máster de Periodismo de El País, hace 10 años fundó en España la revista Líbero, una publicación singular que explica la vida a través del fútbol. Además de eso cuenta historias en Radio Nacional de España y escribe una columna en el diario As.

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