En general, las protagonistas de mis obras son mujeres. Y aunque no siempre es intencional, suelen ser autorretratos.
Estas escenas las muestran en situaciones de placer consigo mismas. Quiero representarlas como diosas, habitando y descansando en lugares de fantasía y también en espacios cotidianos, como en una feria o en sus piezas. La espiritualidad y la ritualidad conforman mi personalidad.
Creo que esto nace de la sensación de placer que me genera estar tranquila y de mi constante búsqueda por lograr ese estado. Veo también en mis pinturas actuales una soltura en el trazo que he ido logrando con el tiempo. Antes era bien tímida para pintar, prefería dibujar. Pienso que haberme atrevido a hacerlo tiene bastante que ver con la relación que tengo ahora conmigo misma; al fin he logrado sentirme mucho más segura de quién soy.
Esa seguridad, me imagino, estará siempre en construcción. Pero puedo ver con los años cómo he conquistado una suerte de tranquilidad respecto a mi forma de ser. Y también respecto a mi cuerpo. Pintar me ha permitido conocerme y adorarme.
A través de estos detalles creo que lo que hago es apropiarme de lo que nos han impuesto. Todas esas cosas relacionadas a la belleza están fuertemente marcadas por la exigencia de cierto modelo perfecto de mujer. Yo veo que toda mi vida, y con bastante dificultad, se ha tratado un poco de desaprender esas exigencias. Es muy difícil y al parecer es un proceso eterno. Pero estamos acompañadas en el mismo camino.
Mientras pinto me cuestiono qué tan importante es lo que estoy haciendo. A veces yo misma me juzgo y siento que es banal, y luego concluyo que tampoco tiene que ser algo transcendental. Pero mi bisabuela es Violeta Parra, por lo que la presión por hacer algo importante socialmente está presente.
Eso sí, tengo la certeza y la seguridad de que lo que hago es honesto. Es real. Me importa que otras personas se identifiquen con mi trabajo, que no sea lejano e incomprensible, como muchísimas veces es la experiencia de ir a una galería o a un museo. Finalmente, pintar para mí es un refugio.
Cuando pinto puedo fantasear con cosas que no son reales, y eso es muy entretenido. Disfruto el momento de ir armando la situación y sumar detalles de vestuario y joyas. Inspirada por pinturas como el Nacimiento de Venus, pretendo llegar a sentirme en un estado de relajo en el que estoy casi desparramada en donde sea. Plena en mi cuerpo, cómoda y abundante. Tranquila. Creo que, en el fondo, todas deseamos eso. Y si además se puede sumar ropa hermosa, pelo brillante, labios delineados con gloss, rubor natural en las mejillas, aros de oro con perlas, las uñas hechas y las pestañas largas, mejor aún. Todas cosas que para mí son amuletos de poder.