Pía Romero, fundadora de Galio

04.10.2024
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Galio es, probablemente, el medio más relevante de moda y tendencias que existe en Chile. Y es que por más de una década, los diseñadores Felipe Montalba y Pía Romero han trabajado en construir un espacio para que fotógrafos, diseñadores, artistas, maquilladores y estilistas desarrollen su creatividad, sin límites. “Nuestro sueño era hacer una revista”, cuenta Pía. “Sin embargo, cuando empezamos a evaluar los costos, nos dimos cuenta de que la inversión inicial era demasiado alta. Como queríamos actuar rápido, decidimos crear una plataforma digital”. 

Por Sofía Aldea para Ritmo Estudio

Admiradores de publicaciones internacionales como Self Service Magazine, Purple, i-D y Dazed -que desafían las convenciones y celebran la diversidad y la creatividad- ambos amigos compartían la visión de que la realidad chilena distaba mucho de sus referentes. “En ese entonces veíamos lo limitado que era el panorama editorial en Chile; revistas como Fibra o Ronda eran interesantes en su tiempo, pero no había muchas opciones en 2011. Además, trabajar en una editorial local era muy restrictivo. Si colaborabas con una revista tradicional estabas obligada a usar las marcas que auspiciaban, por lo que no había tanto espacio para propuestas creativas”, recuerda Pía. 

Pero esta limitación también presentaba una oportunidad. Con Instagram comenzando a ganar relevancia como una red social emergente y con el ímpetu que caracteriza a quienes hacen proyectos propios que perduran en el tiempo, Felipe y Pía vieron el potencial que existía para un nuevo espacio. Uno creado por ellos, pero pensado para toda una generación. “En ese momento éramos jóvenes y muchos de nuestros amigos -varios ahora reconocidos por sus trabajos creativos- recién estaban comenzando. En Chile había pocos fotógrafos y los consagrados parecían inalcanzables. En muchas ocasiones se creaban editoriales increíbles, pero nadie las publicaba, así que nos rebelamos contra la idea de que ese contenido muriera sin ver la luz”, cuenta Pía.

Galio nació de la necesidad de tener un espacio donde la creatividad y las nuevas voces locales pudieran florecer”.

¿Cómo describirías el inicio del proyecto? ¿Cuáles fueron los principales desafíos que enfrentaron como fundadores?
El inicio de Galio fue bastante orgánico. Al ser un sitio web, no necesitamos una gran inversión, así que con Felipe decidimos apostar y usamos nuestros ahorros. En ese momento, ambos estábamos rodeados de amigos fotógrafos, productores, estilistas y maquilladores, lo que facilitó mucho las primeras colaboraciones. Todos estaban dispuestos a aportar cuando les compartíamos la idea, y eso nos permitió lanzar el proyecto con algunas producciones especiales y trabajos que nos cedieron.

Sin embargo, con el tiempo, nos dimos cuenta de que las editoriales de moda no eran suficiente. Aunque habíamos alcanzado nuestra meta inicial de crear un espacio donde mostrar este tipo de trabajo, pronto se volvió monótono. Ahí nos enfrentamos con el verdadero desafío: diversificar el contenido y hacerlo más profundo. No teníamos mucha experiencia en periodismo o reportajes, así que armar equipos para crear ese tipo de material fue un reto. Creo que la clave estuvo en ampliar nuestra red de colaboradores. Empezamos a contactar a amigos, conocidos y cualquier persona interesada en participar. Poco a poco, fuimos formando un equipo más diverso, lo que nos permitió darle mayor sustancia al proyecto. 

¿Cuál crees que es el principal impacto de Galio?

A lo largo de 13 años, hemos conseguido crear un registro significativo de lo que está ocurriendo en el contexto de moda y cultura, a nivel nacional y latinoamericano.

La mayor parte de nuestro contenido proviene de colaboraciones, y este enfoque nos ha permitido documentar las experiencias y realidades de nuestra generación, convirtiendo a Galio en un archivo de los acontecimientos de la época. Con el proyecto, pudimos darle voz a nuevas perspectivas y asegurar que sean preservadas en el tiempo.

¿Cómo es tu proceso creativo?

En general, siempre parto con una idea inicial, pero me preocupo de mantenerme abierta a que esa idea pueda transformarse en algo completamente diferente. Es como trazar un camino, pero sin aferrarse demasiado a él. El hecho de que Galio sea un proyecto colaborativo me ha permitido aprender constantemente de las personas con las que trabajo. Nunca hemos tenido un plan rígido ni trazado de antemano. A diferencia de otros amigos de mi generación que, con el tiempo, se han vuelto más cerrados a ciertos cambios o influencias como el reggaetón o las nuevas tendencias, a nosotros con Felipe nos sucede lo contrario. Nos encanta recibir lo nuevo, explorar y saber qué está pasando, aunque a veces no entendamos del todo. Para nosotros, lo interesante está en descubrir, en sumergirnos en esas cosas que son diferentes, en ver qué podemos aprender y cómo podemos hacer algo creativo con eso.

¿Cómo encuentras tu inspiración?

La verdad es que me inspiro de muchas cosas: libros, internet, películas, amigos y la gente que voy conociendo. Todo me llama la atención. Por suerte, aún no llego a ese punto donde pienso que lo que hacen las generaciones más jóvenes es una tontera. Me sigue pareciendo interesante lo nuevo, y esa curiosidad me mantiene abierta y flexible. No me gusta quedarme pegada en formas de pensar o hacer las cosas, porque eso te convierte en alguien cerrado y rígido. Me parece entretenido todo lo que sucede, aunque a veces no lo entienda completamente. 

¿Cómo fue la búsqueda del modelo de negocio?

Cuando partimos, Felipe y yo estábamos en trabajos formales. Al poco tiempo, decidimos independizarnos y nos empezaron a contactar como diseñadores. Nuestro modelo es tener por un lado Galio editorial y por otro Galio Estudio, donde desarrollamos proyectos comerciales. Es importante decir que nunca hemos tenido como objetivo hacernos millonarios; somos personas normales que quieren tener una vida normal. Por eso, siempre invertimos parte de lo que ganamos comercialmente en el proyecto de la revista. Además, hemos tenido el apoyo de amigos increíbles. Muchos, cuando comenzamos, tampoco tenían demasiadas oportunidades en medios o trabajos creativos, así que colaboraron con nosotros sin cobrar o aceptando que les pagáramos lo mínimo. Eso permitió que Galio sirviera también como plataforma para que ellos mostraran su trabajo y comenzaran a ser notados por otros medios.

Galio destaca por su pauta contemporánea. ¿Fue algo que articularon desde un comienzo o fueron interesándose en temas como cultura, sociedad, feminismo, género y comunidad LGBTQ+?

Nunca nos sentamos a formularlo como un statement oficial; ha sido un proceso bastante orgánico, muy ligado a quiénes somos como equipo. Y es que el sitio refleja nuestro mundo personal. Felipe, por ejemplo, tiene una conexión profunda con la comunidad LGBTQ+, y eso se traduce claramente en el contenido que creamos. La mayoría de los fotógrafos y colaboradores con los que trabajamos también pertenecen al mundo queer. Muchos medios abordaban estos temas desde un enfoque políticamente correcto, pero pocos ofrecían una perspectiva más profunda.

Aunque no lo planificamos, nuestra afinidad con la diversidad y los fenómenos sociales contemporáneos ha sido clave para definir nuestra identidad como medio.

Además, hemos publicado reportajes sobre maternidad, aborto y los estereotipos de belleza, también temas fundamentales para nosotros. Cuando empezamos, el discurso desde los medios tradicionales solía ser superficial y mainstream; pocos se atrevían a proponer nuevas pautas. En ese sentido, creo que fuimos pioneros.

¿Cuáles crees que son las habilidades esenciales para desarrollar un proyecto editorial, considerando tus 13 años de experiencia con Galio?

Creo que lo más importante es ser persistente y trabajar mucho. En un proyecto editorial como el nuestro, al principio tienes que estar dispuesto a trabajar en las tardes, noches y fines de semana, porque mantener el impulso es clave. También es fundamental que realmente te apasione el tema del que estás hablando. No se trata solo de encontrar un nicho rentable, como hacer una revista de perritos solo porque crees que puede generar dinero, sino que debe ser algo que te motive de verdad. En nuestro caso, la fotografía fue siempre una gran pasión, más allá de la moda. Además, es importante estar rodeado de personas y entornos que te inspiren. 

¿Hay alguna decisión de la que te arrepientas o algún error importante del que hayas aprendido algo valioso?

Sí, una de las críticas que recibimos fue que parecíamos ser un grupo cerrado, como “puros cuicos”, y eso nos hizo reflexionar. Al principio nos dio risa, porque la gente pensaba que éramos una versión local de Anna Wintour, cuando en realidad éramos dos personas trabajando desde sus casas, pero luego nos dimos cuenta de que tal vez estábamos cayendo en algo que nosotros mismos criticábamos: trabajar siempre con los mismos y no abrirnos a nuevas voces. Esa crítica nos ayudó a darnos cuenta de que, sin querer, estábamos limitando nuestra visión. Así fue como comenzamos a buscar nuevas colaboraciones y a expandirnos, hablando no solo de Santiago, sino también de artistas y proyectos de regiones. La comunidad digital es muy rica en retroalimentación y nos permitió ver lo que podíamos mejorar para seguir creciendo.

¿Cómo han logrado construir y fortalecer una comunidad tan fiel en torno a su plataforma?

Nuestra comunidad es fuerte porque surgimos en el momento adecuado para acompañar un cambio cultural importante en Chile.

Desde el principio, conectamos con diferentes generaciones. Hemos sido un espacio donde se habla de temas que otros medios no cubren. En cuanto al contenido, apostamos desde hace tiempo por lo local y lo latinoamericano, y ahora eso está en todas partes. La reivindicación de la belleza indígena y el éxito del reggaetón son solo algunos ejemplos de cómo lo latino está dominando el mundo. También nos enfocamos en lo personal y testimonial. No se trata solo de hablar de las comunidades LGBTQ+, sino de hablar con las personas y sus experiencias de una manera cercana y real. Eso genera mucho reconocimiento y conexión. En lo editorial, hemos notado que a la gente le interesa más leer historias personales que ver solo imágenes bonitas. 

¿Qué consejo le darías a alguien para desarrollar una idea y llevarla adelante como un proyecto exitoso?

Hay que tener una idea clara y hacerla porque te gusta, no solo porque te pueda dar plata. Es clave ser persistente y tener paciencia, ya que las ideas demoran en tomar forma. También es importante hacerse de buenos amigos y crear un buen círculo de personas que aporten a la idea, porque uno necesita ayuda. Es esencial desarrollar una red de colaboración. Pero lo más importante, creo, es sentir tus propios tiempos y no quedarse pegado. Si no hubiésemos evolucionado, no sé si estaríamos aquí después de 13 años. La flexibilidad y el asombro son fundamentales.

Escrito por

Consultora estratégica de contenido enfocada en desarrollar identidades y relatos para organizaciones, instituciones y marcas. Es creadora de Ritmo Media.

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