Se suele decir que el arte no está en las obras, sino que en el ojo de quien observa. Pensemos, por un momento, que ese dicho fuera cierto. Así, la agencia la tendríamos nosotras. Pero ¿qué tenemos ante las imágenes, más que palabras? Las palabras son solo especulación, dijo alguna vez el poeta John Ashbery. Ese concepto, que viene del latín espéculo que es espejo, no es casualidad.
Las espectadoras que la directora Shelly Silver convocó para su documental Girls/Museum (2020) tienen entre siete y diecinueve años. Yo tengo cuarenta y uno. Todas ellas centraron su atención en las obras de arte del Museo de Bellas Artes de Leipzig, una institución que surgió a mediados de 1800 donde hoy se preservan más de 3.500 pinturas. Nunca he puesto un pie ahí. Ni en Sajonia ni en Alemania.
Silver se encarga de anular esa distancia y nos muestra muy de cerca dos cosas. Primero, las grietas de las pinturas. Y luego, las grietas del patriarcado. Estas últimas las provocan las niñas con sus interpretaciones de las obras. Porque sus voces resuenan tanto con las pinturas como con los muros pulcros de las salas del museo. Y es que sus palabras les devuelven una imagen de sí mismas a estas jóvenes críticas, quienes al expresar lo que ven, revelan sus mundos. “Lástima que no soy un niño”, exclama una adolescente de pie frente a la pintura de un joven rico que vivió siglos antes que ella, quizás en los Países Bajos. “A los niños se les permite mucho más”, dice. “Jugar al aire libre, por ejemplo”. El documental apunta a una ruptura. A una grieta.
Existe un axioma en física llamado Principio de Incertidumbre que dice que el puro acto de observar algo puede cambiar (y va a cambiar) la reacción subatómica de lo observado. En otras palabras, ver algo afecta su curso. Y en ese sentido, lo que vemos también afecta nuestro curso. ¿Qué es lo hace que una niña sea una niña? ¿Cuándo se deja de ser una niña?
¿Qué cree ella? Silver elige detalles de las pinturas para corroborar e ilustrar las declaraciones de sus espectadoras. Ahí, en primerísimo primer plano, las tensa, las acentúa o las vuelve a discutir. ¿Dónde está la directora? ¿Cuál es su voz? En el montaje ella deposita su discurso.
Siempre hay algo quieto en los museos. ¿Por qué nos acercamos con cuidado y levantamos un pie antes que el otro cuando estamos frente a una imagen? ¿Qué es lo que alienta nuestro tránsito por las salas? En los cuadros del documental hay cristos, nobles, sacerdotes, santos y reyes. En su texto En busca del futuro perdido, Andreas Huyssen se refiere a cómo el museo pasó de ser un lugar de conservación elitista y bastión de la tradición de la alta cultura, a un medio de masas. Y sin embargo, el silencio. Hay sirvientas y vírgenes. La línea de tiempo de Silver va desde el pasado hasta el presente: comenzando por los pies perforados de un Cristo en la cruz (“que pudo ser mujer”, dice una de las niñas), pasando por una ninfa recostada, hasta llegar a una selfie contemporánea.
Esa vez estábamos de viaje. Mi papá nos había invitado a mí y a mi hermana a Nueva York, un poco para despedirse de nosotras. Él ya sabía que se iba a morir. Llegamos muy temprano, la mañana de un jueves al Met. Una vez dentro de ese enorme edificio donde cabe el mundo, pensé en lo privilegiada que era de estar ahí mientras mis compañeros de curso entraban, a esa misma hora, al otro extremo del continente, en clases de matemáticas.
¿Cuánto tiempo pasamos frente al espejo? ¿Y frente a una pintura? ¿Qué se queda con nosotras de esa imagen? Mientras mi papá y mi hermana avanzaban rápido por el ala egipcia, yo me di cuenta de que iba a necesitar más tiempo. Y que no quería ver reliquias, sino pinturas. Las del siglo XVIII y del siglo XIX. Mucho más tiempo. Así que quedamos de vernos, horas más tarde, en las escalinatas que llevaban del edificio a la calle. ¿Por qué hay cuadros que parecieran llamarnos y otros que nos resultan invisibles? Nos despedimos y nos alejamos. Eso hicimos. Eso hice. Y busqué una forma de recorrer ese enorme museo que me hiciera sentido. Guiada por pinturas, no por objetos. Por escenas, no por sarcófagos.
¿Por qué le damos la espalda a los cuadros? ¿Por qué guardamos silencio en los museos como si estuviéramos ante la muerte? Tuve que tomar una postura física delante de las obras. Plantarme delante de ellas. ¿Por qué a veces nos tomamos las manos por la espalda de manera tan solemne? ¿Por qué a veces cuando nos emocionamos guardamos tanto silencio?
En el documental de Silver las niñas hablan y lo hacen espontáneamente. Miran, analizan, dicen algo y luego desvían la mirada a otro cuadro que les gusta. Algo ahí les incomoda, algo allá las desafía. ¿Cómo sería un poder femenino y por qué lo pienso inmediatamente en relación al poder masculino? ¿Un poder femenino, a qué intereses respondería?
Recuerdo que esa mañana en el Met, frente a las pinturas, las palabras iban surgiendo dentro mío sin que las pudiera controlar. Y nombraban simultáneamente lo que estaba viendo y lo que me pasaba dentro. Así que las empecé a transcribir en mi cuaderno. Después de todo, esas pinturas estaban contenidas en marcos. También en palabras. En páginas. Sí. Eran retratos y escenas. Pero también ideas. Manos que apuntaban, que sostenían el conocimiento en libros, que tocaban un sitar, que afirmaban plumas para sellar acuerdos.
Cuando escribo, como cuando observo, mi cuerpo es un instrumento. En la medida en que miramos y decimos algo, nos imaginamos a nosotras mismas. Nos cambiamos a nosotras mismas. ¿Y ahora, qué veo? ¿Cuándo ustedes me miran, qué ven? ¿Ven de qué estoy hecha? ¿La persona que fui, será extrañada?
Para las vanguardias de principios del siglo XX, el museo europeo parecía encarnar todas las aspiraciones monumentalizantes, hegemónicas y pomposas de la era burguesa que había acabado en la bancarrota de la Gran Guerra. Huyssen nos recuerda que la construcción de la identidad cultural de la Alemania moderna fue de la mano con las excavaciones museísticas, que más tarde formarían el cimiento del nacionalismo alemán. El pasado selectivamente organizado, se reconocía como indispensable para la construcción del futuro.
¿Qué es la museización? Para Baudrillard es el intento patológico de la cultura contemporánea de conservar, controlar, dominar lo real para esconder el hecho de que lo real agoniza debido a la extensión de la simulación. Para Jeudy, es matar, congelar, esterilizar, deshistorizar y descontextualizar. ¿Y para nosotras? ¿Para mí? ¿Para esa niña en el Met? ¿Qué es lo que merece ser mostrado hoy en un museo? ¿Preservado? ¿Escondido?
Huyssen apunta a que el museo ya no se puede describir como una institución única de fronteras estables y bien marcadas, sino que, en un sentido amplio y amorfo, se ha convertido en un paradigma clave de las actividades culturales contemporáneas. ¿Qué fronteras? ¿Representadas cómo?
Ya no habla de la institución, ni del afán. No se refiere a los lugares que albergan colecciones. Sino que apunta a algo mucho más poderoso e inmaterial. Algo que puede transformar las identidades, los cuerpos, las historias. Una tecnología mucho más simple que las imágenes. Una idea que en la medida en que se pronuncia, y se hace palabra, transforma simultáneamente lo que vemos y lo que somos.
Este texto es parte de la presentación que realizó la autora del documental Girls / Museum, de la directora Shelly Silver, que se presentará en el marco de DART, Festival de Cine Documental sobre Arte Contemporáneo (@dartfestivalchile).