La palabra dictadura tiene su origen en la época republicana de la antigua Roma (508-27 a.c) y era un cargo político que concentraba el poder de forma absoluta por un periodo temporal en caso de crisis. Más de dos mil años después, este concepto sigue siendo utilizado. Si bien en la actualidad todas las definiciones de dictadura coinciden en la idea que es cuando una persona, un grupo o una institución tienen un poder ilimitado o con muy pocos límites sobre un país, este ya no tiene un límite temporal.
A pesar de que las dictaduras suelen organizar elecciones para aparentar que obtienen el poder de forma legal, estas suelen tener muchos obstáculos que dificultan enormemente que la oposición política pueda triunfar en ellas. Estos obstáculos pueden ser desde usar trabas legales para dificultar la inscripción de candidatos, la detención de personajes relevantes de la oposición e incluso, en algunos casos, su muerte.
En el caso de Venezuela, Nicolás Maduro llegó al poder en 2013 luego de la muerte de Hugo Chávez, quien, en una de sus últimas apariciones públicas, lo nombró su sucesor. En abril de 2013 se hicieron elecciones para validar esta nominación, obteniendo un 50.6% de los votos, muy cerca del candidato de la oposición que sacó un 49.7%. A pesar de que el candidato derrotado acusó fraude, al día siguiente de las elecciones fueron publicadas las actas, cosa que en en la última elección todavía no ha pasado.
Al poco tiempo de asumir la presidencia, el precio del petróleo se desplomó, generando una profunda crisis económica gracias a la enorme dependencia que el país tiene con su venta. Sin el notable carisma de su antecesor, empezaron a surgir manifestaciones en contra del gobierno, que dejaron en 2014 más de 40 muertos.
La complicada situación política dio pie a que la oposición ganara las elecciones parlamentarias del año 2015, por primera vez en 17 años de chavismo. Desde este punto, el régimen empezó claramente el camino hacia la dictadura a través de un progresivo autogolpe, lo que le ha permitido mantenerse en el poder a través de la fuerza y no respetando la ley. Un hecho clave fue que a los pocos días de la derrota, el parlamento nombró a nuevos jueces del Tribunal Supremo de Justicia (Corte Suprema en Chile) sin cumplir las reglas existentes, de forma de poder frustrar cualquier amenaza que el parlamento dominado por la oposición pudiera hacer al control del gobierno sobre el país.
Esta situación escaló hasta que en marzo de 2017, el TSJ -controlado por el régimen- decidió en un fallo reemplazar al Parlamento, hecho considerado como un autogolpe de estado. Lo anterior generó un nuevo impulso de protestas en contra de Maduro, con más de 100 muertos durante ese año. La polémica de la medida generó que el TSJ reculara con su decisión, por lo que Maduro decidió llamar a Asamblea Constituyente, que terminó siendo controlada totalmente por el régimen. En uno de sus primeros actos, decidió quitarle los poderes al parlamento. La Asamblea siguió funcionando hasta 2021, sin lograr el objetivo para el cual fue creada: redactar una nueva constitución.
En 2018, sin tener aquel poder, la Asamblea Constituyente llamó a elecciones presidenciales, en donde además se le prohibió a gran parte de los partidos de oposición participar. De esta manera, Maduro postuló a la reelección, triunfando en una elección que claramente fue ilegal, confirmando el sistema dictatorial. Aunque el régimen prometió hacer elecciones transparentes en 2024, demostró con el tiempo no cumplir su promesa.
Cuando las encuestas mostraron una creciente popularidad de María Corina Machado, el régimen decidió inhabilitarla de competir en elecciones por 15 años por una supuesta causa de corrupción. Los partidos eligieron de candidato para reemplazar a Edmundo González, un desconocido diplomático de 74 años, a quien Machado logró traspasar su enorme popularidad, algo que el régimen creía imposible.
Al existir la posibilidad de que el gobierno no reconociera los resultados, Machado pidió a sus seguidores que fueran a todos los centros de votación para lograr fotografiar las actas, que es el papel que imprime la máquina electrónica reflejando el resultado de la mesa. Mientras el régimen todavía no revela los resultados oficiales mesa por mesa, la oposición pudo mostrar evidencia de casi el 80% de las famosas actas, demostrando un amplio triunfo de la oposición. A pocos meses de la elección, con protestas de más de 20 muertos y 2000 detenidos, el régimen asegura haber triunfado, manteniendo una enorme tensión a nivel local y regional.