Es casi inevitable decir que todos disfrutamos del 18 de septiembre.
Para muchos, resulta en una gran fiesta donde nos reunimos con amigos y familiares, y celebramos en torno a una buena mesa. Para otros, simplemente un espacio que viene perfecto para descansar. Y es que habitualmente se trata de un feriado largo, de al menos cuatro días, que da un tiempo para recomponerse de lo que va del año. Pero ¿sabemos de dónde viene esta tradición?
Esto se remonta a noviembre de 1799, cuando un golpe de estado convirtió a Napoleón en la figura de mayor peso político en Francia. Durante los años siguientes, sus ejércitos se involucraron en diversas guerras, obteniendo varios triunfos que expandieron rápidamente el territorio que dominaba.
Para 1808, el ahora declarado emperador de los franceses puso sus ojos sobre el imperio español. El gigantesco dominio colonial que controlaba la monarquía católica -consistente en una gran parte de América, Filipinas y algunos territorios en la costa atlántica africana- ofrecía un potencial de enormes recursos. Por esto, a principios de aquel año, las tropas francesas ocuparon partes del norte de la península Ibérica. La situación llegó a un punto de quiebre en mayo, cuando el rey Fernando VII fue forzado a abdicar para luego ser enviado preso a un palacio de manera indefinida. Y días después, el hermano del líder francés, José Bonaparte, fue designado como su reemplazante.
Aquel hecho, provocó una rebelión armada de la población local, desatando una guerra. Dentro del imaginario colectivo español, el Rey era considerado como la máxima figura a nivel social y político, generando con ello una profunda identificación y respeto a su figura. Por aquella razón, se formaron Juntas de Gobierno en diversas ciudades de España, cuya única tarea era conservar el poder de Fernando VII mientras durara su ausencia.
Los españoles y criollos (hijos de españoles nacidos en Chile) -grupos que dominaban la pequeña élite capitalina- reaccionaron con conmoción y demostraron un fuerte rechazo a la situación, generando intensas manifestaciones de fidelidad hacia el rey preso.
Para 1810, Fernando VII no sólo seguía en la cárcel, sino que las tropas francesas tenían arrinconadas a la resistencia monárquica en Cádiz. Frente a este hecho, crecientes sectores de criollos dudaban de las capacidades para poder derrotar a las fuerzas de Napoleón. De esta manera, y observando lo que había ocurrido en España, varias ciudades coloniales empezaron a constituir Juntas de Gobierno. La idea era que se autogobernaran, siempre y cuando el rey estuviera ausente, debido a que seguían aceptando su autoridad monárquica, pero no de quienes luchaban en su nombre.
Dentro de una gran agitación social ante las polarizadas opiniones existentes dentro de la sociedad, el 18 de septiembre de 1810, se declaró la primera Junta de Gobierno. Aunque en su ceremonia inaugural se reconoció el poder del monarca preso sobre el territorio, se podría decir que fue la primera vez que Chile se gobernó de manera autónoma. Además, dio el espacio para el surgimiento de grupos más radicales que aspiraban una independencia total de Madrid, la cual recién fue alcanzada el 12 de febrero de 1818.